Eres como un rayo de sol.
De esos mañaneros que se cuelan por la contraventana.
Tu luz llena la habitación.
Y con ello, comienza un nuevo día.
(Bueno con eso y con uno de tus zumos de naranja).
Pared con pared.
Así vivimos tú y yo.
Pared para los momentos buenos.
Los golpes a horas insospechadas.
Las risas, los gritos, la música...
Pared para los peores momentos.
Para cuando te necesito en silencio.
Y tú apareces en el marco de mi puerta.
Solo puedo darte las gracias.
Gracias por publicar una entrada,
por ver mi vida a través de tus ojos.
Gracias por intentar comprender lo incomprensible
y hacerme saber que siempre estarás ahí.
Gracias por ayudarme, ya sea a hacer un collage
de los años 80 o a redactar mi proyecto final de carrera.
Gracias por (con)vivir conmigo
por regalarme tantos momentos.
Gracias por ser como eres. A tu manera.
Al fin y al cabo, todos tenemos una.
Gracias y más gracias.
Tu luz llena mis días, semanas, meses, años...
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